Cómo una crisis ecológica se convirtió en la oportunidad de un hombre

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Segundo Sajami es un pescador de 50 años que vive en la comunidad de San Francisco (ubicada en el río Marañón, Loreto) con su esposa e hijos.  Segundo se ha dedicado a la pesca desde muy joven, y tanto él como los otros pescadores de su comunidad se han beneficiado durante décadas de la abundancia de peces del río Marañón.  Sin embargo, con el pasar de los años, se dio cuenta de que los peces comenzaban a escasear y que para lograr alguna pesca, tenía que pasar más tiempo del necesario en el río (en comparación a épocas de abundancia) y lejos de su familia.

 

La escasez de peces afectó a Segundo y su familia no solo porque pasaba más tiempo fuera de casa para poder llevar suficiente alimento para su hogar, sino también porque sus ingresos disminuyeron a tal punto que tuvo que recortar sus gastos, incluyendo la compra de útiles escolares para sus hijos.

 

Este cambio ecológico también afectó al resto de la comunidad.  Segundo señaló que las familias de los pescadores ya no contaban con pescado para vender, y como resultado no lograban satisfacer sus necesidades.  Segundo estaba preocupado por la situación que su comunidad afrontaba, sobre todo porque no había ninguna iniciativa municipal que haga frente a la crisis de pesca, y los pescadores se sentían abandonados por sus propias autoridades.

 

Cambios a través de un taller

La situación seguía empeorando hasta que un día, Segundo conoció a Minga Perú gracias a su esposa, quien asistía a los talleres de Minga y siempre le decía para ir juntos.  Al comienzo no le gustaba mucho la idea de ir a los talleres, pero se comenzó a interesar cuando supo que se darían talleres sobre cómo construir y mantener piscigranjas en la zona.

 

Como pescador, le sorprendió la posibilidad de tener  una fuente renovable de pescado y se inscribió de inmediato a los talleres.  En los dos días de taller, el equipo de Minga explicó todos los aspectos necesarios para mantener una piscigranja cerca de sus casas.  Al finalizar, Segundo pidió ayuda a Minga Perú para hacer realidad su propia iniciativa.  La organización le ofreció la asistencia de un técnico, quien lo ayudó a elegir el área y le brindó las recomendaciones necesarias antes de comenzar a trabajar.

 

Asumiendo un nuevo desafío

Segundo comenzó los preparativos para construir su piscigranja, y Minga Perú lo apoyaba para que pudiese mantener a su familia alimentada durante el desarrollo de este proyecto.  Le tomó  dos años terminarlo, durante los cuales, el trabajo duro y el tener la capacidad de cultivar su propio pescado le dieron un nuevo propósito para salir adelante.

 

Ahora, Segundo cosecha una vez al año su pescado criado en su propia piscigranja para luego venderlo en la ciudad.  Con las ventas, logra ganar lo suficiente para alimentar a su familia e incluso para enviar a sus hijos a la escuela con mejores recursos para estudiar.  De vez en cuando, utiliza el pescado para alimentar a su propia familia, lo que les ayuda a mantener una dieta equilibrada rica en proteínas.  Además, está feliz de pasar más tiempo en casa, ya que el estanque se encuentra cerca de su hogar.

 

Hoy en día existen tres piscigranjas en la comunidad de San Francisco.  Segundo está muy satisfecho con la forma en que su trabajo le permite mantener a su familia y siempre recomienda a los pescadores que cambien sus redes de pesca por la piscigranja, una opción mucho más confiable, estable y amigable con el ecosistema.

 

“El proyecto de piscigranjas de Minga Perú ha permitido un buen cambio en mi comunidad. Minga trabaja para las familias más necesitadas. Hay familias que ni siquiera tienen cómo comprar una barra de jabón, pero gracias a los talleres, la comunidad se siente apoyada”, dijo Segundo.

 

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Piscigranja de Segundo Sajami en la Amazonía Peruana.

 

Las piscigranjas forman parte de los proyectos productivos eco-sostenibles para generación de recursos de Minga Perú, que benefician al medio ambiente y a las comunidades.  Las piscigranjas como la de Segundo, reducen la pesca directa en el río Marañon (donde este recurso está disminuyendo), permitiendo que el hábitat del río reponga los peces y se recupere la salud de la fauna.  Revivir este tipo de práctica tradicional posibilita a las comunidades generar recursos para pagar alimentos, educación y medicina, produciendo una economía local más independiente, al mismo tiempo que protege al medio ambiente y preserva los recursos naturales de la Amazonía.

 

Desde el 2010 hasta el día de hoy, Minga Perú ha ayudado a construir 32 piscigranjas en 7 comunidades, ayudando a estas familias a alcanzar sostenibilidad económica.

 

Tú también puedes apoyar a más comunidades a fortalecer su economía de manera sostenible y amigable con el hábitat de la Amazonía haciendo una donación a Minga Perú hoy.

 

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** Las donaciones en los Estados Unidos son deducibles de impuestos y pueden ser hechas a través del patrocinador fiscal de Minga Perú, The Resource Foundation.

 

 

Agradecemos a National Geographic – Lindblad Expeditions, The Ashmore Foundation, Empower y a los Amigos de Minga Perú por su apoyo continuo.

 

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